No hay cosa mas triste que un recuerdo felizEl poder redocordarlo y no poder estar allimanos
Valorar cuando se pierde es cualidad de losSentir la felicidad que se te escapa de las humanos.
amor lo sé me estoy voplviendo loco...
lunes, 28 de marzo de 2011
Perdoname Por querer entregarte mi vida
sábado, 26 de marzo de 2011
Una noche de abril, en un lugar de Disneyland-Paris.
Están juntos otra vez. En la habitación 601.Solos.Como aquel último viernes en el que sucedio todo. Aquel cumpleaños que Paula y Angel jamás podrán olvidar.
Sus padres, por una vez, han sido comprensivos-. O casi. A Paco no le parecia demasiado bien que no fuera a cenar con ellos la última noche de Francia despue de que el director del hotel los hubiera invitado. Pero Mercedes enseguida ha dicho que sí, que podian hablar tranquilos arriba. Ella sabe por lo que su hija ha pasado en la última semana de clases y , aunque desconoce los detalles, algo grave tuvo que suceder entre ellos. Ha visto a Paula triste como nunca antes, e incluso ha suspendido dos asignaturas. Ahora, en quel lugar mágico, es un buen momento para que lo solucionen.
-No deberías haber venido-opina la chica que se sienta en la cama.
Angel lo hace a su lado. Está guapisima con aquel vestido y un cosquilleo le recorre por todo su cuerpo cada vez que la mira.
-Están siendo unos días muy duros para mí-Indica el periodista.
-¿Crees que pa mi no?
-Imagino que también. Pero fuiste tú la que tomó la decisión de no seguir adelante ocn lo nuetsro.
Paula resopla. Tiene razón. Fue ella la que dio el paso, la que le abandonó en la habitación, dejandolo alli solo. La que estaba confusa entre dos amores. Y la que intento alejarse poco a poco para tratar de desaparecer de sus vidas.
-Lo sé. Pero venir hasta aqui a sido una locura.
-Tenia que hablar contigo y no podia esperar más-dice, suspira y la mira directamente a los ojos-.TE QUIERO.
<Te quiero>: lo que estaba temiendo oir.¿Y que le ocntesta?¿que tambien? Sí. claro que le quiere. Mucho. Muchisimo. Pero no responde nada. Se levanta de la cama y entra en el cuarto de baño.Angel la sigue.
-Deberias haberte quedado en España.
-Y perderte del todo?No podria permitirlo.
-Esto es un error, Angel.
-¿Por que?¿ No me quieres?¿Ya no me quieres?
-No es eso.
Los ojos de Paula brillan lloros.Demasiada presión. Demasaidas dudas.
-¿Y qe es?
-No lo sé, Angel.
-¿Te a pasado algo?¿Fuimos demasiado rápido?
No tiene respuestas.No sabe que decir. Es dificil explicarle a alquien lo que sientes si ni tan siquiera tú misma lo comprendes.
La chica abre el grifo y se echa agua fria en la cara.Luego se seca con una tialla. Angel la contempla expectante.Necesita respuestas.Pero, sobre todo, la necesita a ella.
-No sé que me pasa-dice apartando la toalla de su rostro.Esta llorando-. no sé que es lo que me pasa. Todo sigue igual. Igual que aquel día .Igual.Angel. Te uiero. Dios sabe que te quiero. Pero no sé que es lo que me pasa.
Las lágrimas resbalan por su mejilla. Desconsolada, se tapa con las manos, pero el no lo permite y las aparta. Las obliga a mirarle. Paula no quiere, pero angel persigue su mirada. Quiere que le mire a los ojos. Y por fin se rinde.
-Te quiero, Paula- murmura.
El chico la abraza rodeandola con fuerza. Se aprientan el uno contra el otro, Como aquella primera vez, como aquel dia en el que se conocieron. Aquel dia en el que se besaron junto a la fuente. Y ahora, en ese mismo instante que están que estan viviendo juntos, de nuevo juntos, sus labios se acercan lentamente y se unen.
Se unen en un beso pasional, intenso, sensual, que se transforma rápidamente en algo sensual. Las lenguas se pelean por imponerse y las manos se capturan en un fundido emocional.
Angel y Paula se arrastran el uno al otro. Casi pisandose.Hasta que caen al suelo de la habitación donde siguen los besos. Mas cortos, mas seguidos, mas incisivos. Estan fuera de sí. Y de nuevo se ponen en pie, buscando ansiosos la cama. La chaqueta del periodista vuela por los aires y despues su caiseta. Las manos de el la imitan buscado el interior de aquel vestido blanco inmaculado. Los besos son ahora en el cuello y en los lóbulos de las orejas, y por toda la cara. Desatados. inpregnados de la tensión acumulada en esos días.
-Quiero..-dice ella en voz vaja, casi inaudible, mientras siente la pierna de Angel bajo su vestido rozando sus muslos.
-¿Que quieres?
-Quiro que lo agamos ahora-susurra.
-¿Segura?-Sabe la resouesta.
-Sí.Segura.
Y gime y se agita al sentir su rodilla del chico entre sus muslos bajo la tela blanca. Él se detiene un instante, la mira a los ojos una vez más. Y la vuelve abesar agarrandola con una mano su cintura y con otra ayudandole a bajar la ropa interior. Sus braguitas se desplizan por sus largas piernas y aterrizan sobre sus pies.
Y entonces la excitación de ambos aumenta, es maxima, como sus beso. Paula le desabrocha el pantalón y hace que descienda hasta el suelo. Luego empuja a Angel contra la cama y acude hasta él, tumbandose encima atrapando sus manos.Cuerpo sobre cuerpo. Desarbolados.Sorprendidos. Siendo como nunca habian sido.Recuperando lo que un dia comenzaron y no llegaron a finalizar. Sintiendose amantes. Sin excusas, sin reparos, sin miedos, sin pensar en nada más. Sin darse cuenta de que aquello que estaban protagonizando pertenecia más al bando de la pasion que al del amor. Y muy pronto lo iban a comporbar.
lunes, 21 de marzo de 2011
NADIE
No quiero que nadie le toque como lo hacia yo. Que niguna le mire como le mire la primera vez que le vi, Ni que le besen como yo un dia le besé. Por que hoy no te puedo olvidar. No ago más que pensar en ti. En que me gustaría estar en tus sonrrisas y en tus lagrimas, que lloraras cada vez que me iria lejos de ti. Que si por mi fuera me iria allí contigo, para acostarme con un beso tuyo todas las noches. No quiero seguir durmiendo sola, ni con nigun otro. A mi solo me sirves tú, ¡nadie mas!. Que después de un año sin vernos, tu no habías cambiado y si no ubiermos estado en esa situación ubiera surjido algo. Que yo te abria besado como si no ubiera habido más días. Que tengo ganas de ti, de tus besos, de tus manos calidas sobre mi piel erizada. Vivo con miedo de que te enamores de alguna chica. Una que no sea yo. Que esté más cerca de ti y me reemplaces por ella. Que siento mucho haberte desaprovechado aquel dia. Que todo lo que no he hecho con niguno lo quiero hacer contigo. Se que te agobio, pero es inevitable. Que quiero comerte a besos sin tener que darte uina explicación. Que solo pienso en nuestro futuro reencuentro, espero que no tarde mucho la verda. Por que quiero montarme en tu coche y que me susurres al oído: ACOMPAÑAME A SER FELICES.
miércoles, 16 de marzo de 2011
-Un Wisky doble sin hielo por favor.
Sigue lloviendoo.. he decidido que me voy a comprar unas botas de agua, que estoy arta de mojarme los piees y apartir de entonces me va a a dar igual el pelo, que se moja y se rizaa pues bueno.. ya se secara. Pero no me mojare los pies, odio mojarmelos, luego estas todo el dia con los pies calados y cuando llegas a casa y te quitas los zapatos tienes los pies arrugaos como si llevarias días y días metido en una piscina.
Entras a un pequeño bar donde normalmente suelen estar los mimso clientes y pides un miércoles a las 13.22 un wisky doble porfavor.
jueves, 10 de marzo de 2011
SuCaraEnLaOscuridad..ME ENCANTA
Mi mejilla está junto a la suya. Es lisa, suave y fresca como un melocotón, dulcemente dorado y con vello claro, transparente, sin maquillaje. Abro los labios y los apoyo sin besarla, sin morderla. Mueve la cabeza de derecha a izquierda para intentar alejarme, pero estoy pegado a ella como una sombra. Hay un viento suave nocturno que nos trae el perfume de los jazmines del jardín. Le está gustando. Mientras la abrazo la mantengo apretada contra mí y me balanceo suavemente con ella de derecha a izquierda, con los brazos a lo largo de su cuerpo inmovilizando los suyos. Canturreo algo. Es The Doors, mis notas suaves y lentas se transforman en una respiración cálida que se mezcla con su pelo y más abajo con su cuello. Ella relaja los brazos. Parece que se ha soltado un poco. Sigo cantando lentamente, meciéndome. Me sigue, ahora cómplice. Veo su boca, preciosa. Está entreabierta, soñadora, suspira y está ligeramente fruncida. Acaso un escalofrío. Sonrío.
La suelto un poco, aunque no demasiado. Alejo el brazo derecho y lo bajo por su cadera. Despacio, despacio. Ella me sigue paso a paso, con los ojos en la penumbra de la noche, con la imaginación en la oscuridad de las emociones. Preocupada porque yo pueda tocar algo, como un niño que descubre el truco de quien sabe que maravillosa magia. Pero este no es mi deseo. Lento, con dulzura, extraviado entre sus cabellos, le acaricio el cuello y apoyo la palma en su mejilla. la empujo un poco, jugando...Ella se deja caer hacia el cristal, el pelo hacia delante y, de repente, medio escondida por esa perfumada mata negra aparece su boca. Como una rosa de amor recién abierta, suave, mojada.
Suspira, abandonada, y dibuja pequeñas nubes de vapor en el cristal del portal. Entonces, la beso. Y ella sonríe, me deja hacer, mordisquea un poco, está por la labor, y es precioso. Es dramático, es comedia, es paraíso, no... Es mejor.
La suelto un poco, aunque no demasiado. Alejo el brazo derecho y lo bajo por su cadera. Despacio, despacio. Ella me sigue paso a paso, con los ojos en la penumbra de la noche, con la imaginación en la oscuridad de las emociones. Preocupada porque yo pueda tocar algo, como un niño que descubre el truco de quien sabe que maravillosa magia. Pero este no es mi deseo. Lento, con dulzura, extraviado entre sus cabellos, le acaricio el cuello y apoyo la palma en su mejilla. la empujo un poco, jugando...Ella se deja caer hacia el cristal, el pelo hacia delante y, de repente, medio escondida por esa perfumada mata negra aparece su boca. Como una rosa de amor recién abierta, suave, mojada.
Suspira, abandonada, y dibuja pequeñas nubes de vapor en el cristal del portal. Entonces, la beso. Y ella sonríe, me deja hacer, mordisquea un poco, está por la labor, y es precioso. Es dramático, es comedia, es paraíso, no... Es mejor.
lunes, 7 de marzo de 2011
un cafe con leche con mucha nata, por favor.
Es una mañana soleada de principios de mayo. Entro en la cafetería de la esquina, aquella tan
antigua. Los olores y sonidos embriagan todo mi ser: el murmullo de la gente, el olor a café y
tostadas, el sonido de las sillas al ser arrastradas. Me acerco a la mesa del final, la de la esquina, y
me acomodo en una de las sillas orientadas hacia la puerta. Siempre elijo el mismo lugar.
-Buenos días, señora, ¿le pongo lo de siempre? – me pregunta la camarera.
-Sí, por favor.
Un café con leche, con mucha nata, como siempre. Sí, ya sé que suena extraño, pero me encanta.
La camarera llega rápidamente con mi bebida.
-¡Que aproveche! – exclama.
-Muchas gracias, Carolina.
Aspiro el dulce aroma procedente de mi taza, la sujeto con ambas manos y cierro los ojos para
darle el primer sorbo.
En la primera mesa del local, una muchacha se muerde las uñas. Parece nerviosa.
-Buenos días, ¿has decidido ya lo que quieres tomar? – le pregunta amablemente la camarera.
-Gracias, pero estoy esperando a alguien, ¿te importaría volver cuando llegue?
-Por supuesto. – contesta la camarera sonriendo a la chica.
Al poco tiempo, la puerta del local se abre y aparece un joven bastante atractivo, pero cuya
expresión tan sólo expresa tristeza e infelicidad.
-Hola, cielo. – le dice a la chica mientras se acomoda frente a ella.
Ambos jóvenes evitan mirarse a los ojos. Desvían su mirada hacia cualquier otra parte.
-Buenos días, caballero. ¿Qué desean tomar? – les sorprende la camarera.
-Un café solo, largo. – responde el joven.
-Un café con leche. ¿Podéis ponerle mucha nata, por favor? – pregunta la chica.
-Claro, no te preocupes. – le responde la camarera.
Ya con sus bebidas en la mesa, los chicos alzan la mirada.
-Arturo, yo… Tengo que contarte algo. – comienza la chica.
-Yo también. – le corresponde él.
-Bien, pues comienza tú. – replica ella con nerviosismo.
-Clara… Esto…Esto no es fácil. – comienza él apartando la mirada – Tengo que irme. Acabo de
cumplir los dieciocho y ya me han llamado. Sabíamos que esto iba a pasar.
La chica lo observa con lágrimas en los ojos y se rodea el costado con un brazo.
El muchacho se levanta rápidamente, se sienta junto a ella y la abraza, meciéndola entre sus
brazos.
-Te quiero, te quiero. Te quiero muchísimo. Siempre te querré. No voy a olvidarte jamás, nunca, ni
aunque pasen miles de años. – la consuela entre lágrimas.
La joven se vuelve hacia él y lo besa. Un último beso, amargo, intenso, el último.
antigua. Los olores y sonidos embriagan todo mi ser: el murmullo de la gente, el olor a café y
tostadas, el sonido de las sillas al ser arrastradas. Me acerco a la mesa del final, la de la esquina, y
me acomodo en una de las sillas orientadas hacia la puerta. Siempre elijo el mismo lugar.
-Buenos días, señora, ¿le pongo lo de siempre? – me pregunta la camarera.
-Sí, por favor.
Un café con leche, con mucha nata, como siempre. Sí, ya sé que suena extraño, pero me encanta.
La camarera llega rápidamente con mi bebida.
-¡Que aproveche! – exclama.
-Muchas gracias, Carolina.
Aspiro el dulce aroma procedente de mi taza, la sujeto con ambas manos y cierro los ojos para
darle el primer sorbo.
En la primera mesa del local, una muchacha se muerde las uñas. Parece nerviosa.
-Buenos días, ¿has decidido ya lo que quieres tomar? – le pregunta amablemente la camarera.
-Gracias, pero estoy esperando a alguien, ¿te importaría volver cuando llegue?
-Por supuesto. – contesta la camarera sonriendo a la chica.
Al poco tiempo, la puerta del local se abre y aparece un joven bastante atractivo, pero cuya
expresión tan sólo expresa tristeza e infelicidad.
-Hola, cielo. – le dice a la chica mientras se acomoda frente a ella.
Ambos jóvenes evitan mirarse a los ojos. Desvían su mirada hacia cualquier otra parte.
-Buenos días, caballero. ¿Qué desean tomar? – les sorprende la camarera.
-Un café solo, largo. – responde el joven.
-Un café con leche. ¿Podéis ponerle mucha nata, por favor? – pregunta la chica.
-Claro, no te preocupes. – le responde la camarera.
Ya con sus bebidas en la mesa, los chicos alzan la mirada.
-Arturo, yo… Tengo que contarte algo. – comienza la chica.
-Yo también. – le corresponde él.
-Bien, pues comienza tú. – replica ella con nerviosismo.
-Clara… Esto…Esto no es fácil. – comienza él apartando la mirada – Tengo que irme. Acabo de
cumplir los dieciocho y ya me han llamado. Sabíamos que esto iba a pasar.
La chica lo observa con lágrimas en los ojos y se rodea el costado con un brazo.
El muchacho se levanta rápidamente, se sienta junto a ella y la abraza, meciéndola entre sus
brazos.
-Te quiero, te quiero. Te quiero muchísimo. Siempre te querré. No voy a olvidarte jamás, nunca, ni
aunque pasen miles de años. – la consuela entre lágrimas.
La joven se vuelve hacia él y lo besa. Un último beso, amargo, intenso, el último.
miércoles, 2 de marzo de 2011
Besos de Chocolate
Esa misma mañana de septiembre, en algún lugar de la ciudad.
¿Es posible que tomar chocolate con churros se convierta en un encuentro romántico?
Sí. Al menos, para Paula y Angel.
Sentados en una cafetería, uno frente al otro, la pareja desayuna, con la música de la radio de fondo. Suena “Volveré junto a ti” de Laura Pausini. Después de mil achuchones y besos en el parque de los cien escalones, están hambrientos.
- Vamos a jugar a una cosa – dice la chica, muy feliz.
- ¿Quieres jugar más? ¿Aquí delante de todos? – bromea el.
- No seas tonto. Ya has tenido tu ración por hoy. Por lo menos, por esta mañana.
- Qué dura eres – protesta-. ¿A qué quieres jugar?
Paula sonríe. Sólo imaginar lo que le va a decir, hace que le dé la risa por dentro. Pero debe contenerse.
- Tú de pequeño, ¿no hiciste nunca una fiesta de chocolate con churros?
EL joven piensa concienzudamente...
- No. me parece...
- Te estás haciendo mayor, cariño. Ni siquiera recuerdas tu infancia.
- Que no. Ya te digo que no me suena eso del chocolate con churros en una fiesta – señala, fingiendo que se indigna.
- Vale. Te explico. Consiste en que con los ojos vendados uno le de al otro de comer. Mojas el churro en el chocolate y me lo das. Y luego yo a ti.
- ¿Estás bromeando, verdad?
- No, no. Es enserio. Te lo juro.
Paula cruza los dedos corazón e índice de su mano derecha y se los besa.
- ¿Me estás diciendo que nos vamos a vendar los ojos y nos vamos a dar de comer los churros mojados en el chocolate, aquí delante de todo el mundo?
- Sí eso es.
La sonrisa de Paula le ocupa toda la cara.
el no sabe si su chica está hablando en broma o lo dice de verdad. Sí, parece que va enserio.
- Estás loca.
- ¿No te atreves? – pregunta desafiante.
- Pues...
- Cobarde.
El empieza a tomarse aquella afrenta como algo personal. ¿Qué no se atreve?
- Vale, vamos a jugar.
- ¡Muy bien! ¡Valiente! ¡Así me gusta! – exclama la chica, aplaudiendo.
- ¿Y quién gana?
- El que se manche menos la cara.
el no tiene muy claro las reglas del juego y el vencedor del mismo. Pero, le ha llamado cobarde. Y eso él no lo puede consentir.
- Bien. Pero, ¿Con que nos vendamos?
- Espera.
Paula se levanta y se dirige a la barra de la cafetería. Dialoga con un camarero y pocos instantes después éste vuelve con cuatro servilletas de tela. Luego regresa a la mesa, sin poder parar de sonreír.
- Toma. Dos para ti y dos para mí. Una para que te la pongas en los ojos y otra para que te cubras y no te manches la ropa.
El chico coge las dos servilletas que Paula le da. Mira hacia un lado y otro. Sólo hay un par de ancianos y una pareja en toda la cafetería. Pero, ¡Qué vergüenza! Aunque él no se va a echar para atrás.
- Venga, juguemos.
- Vale. Pero sin trampas, eh. No vale mirar. Que te conozco.
¿Cómo puede decirle eso? Él jamás hace trampas.
- ¡Por supuesto que sin trampas! ¡Por quién me tomas!
Paula suelta una pequeña carcajada sabiendo que ha herido el orgullo de su chico a propósito. A continuación, coge una de las servilletas y se la anuda en el cuello de la camiseta para no manchársela. el la imita. Acto seguido, se tapa los ojos con la otra servilleta, atándosela por detrás de la cabeza.
- Comprueba que no veo nada – le dice a el.
El chico la obedece y hace varios gestos delante de ella para asegurarse. Efectivamente, parece que no ve nada.
- Muy bien. Ahora yo.
- Vale. Como comprenderás, yo no podré comprobar si me haces trampa o no. Pero confío en ti.
el resopla y tras observar que nadie le mira, se pone la servilleta en los ojos en forma de venda.
- Ya está. No veo nada.
Y es cierto. No ve absolutamente, nada. No le gusta ganar haciendo trampas.
- Perfecto. Confío en ti, eh – dice la chica, que en esos momentos, lentamente, se quita la servilleta de los ojos-. Empieza tú..
Paula apenas puede contener una enorme carcajada al ver haberle muy serio buscando el churro para mojarlo en el chocolate. Sin embargo, logra reprimirse para continuar con el juego.
El chico, por fin, atrapa el churro. Lo moja en la taza y con torpeza, busca la boca de ella.
- Vamos, estoy preparada. ¿A qué esperas?
el se inclina hacia delante con el brazo estirado. Las gotas de chocolate caen sobre la mesa. Paula esquiva el churro. El chico lo intenta por la derecha, ella mueve su cara hacia la izquierda. Y al contrario.
- Pero, ¿dónde estás? – pregunta, desesperado después de varios intentos fallidos.
- ¡Pues aquí! ¿Dónde voy a estar? Que mala puntería tienes, cariño.
La chica no puede evitar ahora la carcajada ente el malestar del chico, que sin embargo, sigue insistiendo.
Benevolente, al final, Paula se deja rozar con el churro empapado de chocolate y permite mancharse un poco la cara.
Su chico sonríe, pero ella no le deja mucho margen y muerde el churro.
- ¡Bien! – grita, mientras lo mastica.-. ¡Por fin has encontrado mi boca!
- Uff. Parecía que habías desaparecido. Pero creo que no te he manchado mucho, ¿no?
- Luego lo vemos. Ahora me toca a mí.
Paula se tiene que poner las dos manos en la cara para soportar la risa. Apenas puede respirar. El enfrente abre la boca esperando que la chica le dé su desayuno. Ésta moja un churro todo lo que puede y lo dirige al rostro de el.
El primer impacto en la frente. Paula restriega todo el chocolate por la frente del joven.
- ¿Pero qué haces? ¡Mi boca está más abajo! – exclama el.
- Perdona, ¿Más abajo?
La chica vuelve a mojar el churro y tras pasarlo por los labios de Ángel, evitando que éste llegue a morderlo, extiende todo el chocolate por su barbilla y pómulos.
- ¡Paula! ¡Me estás poniendo perdido!
el no sabe si reír o llorar. Tiene la cara cubierta completamente de chocolate.
- ¡Perdona! ¡Si es que no lo coges!
- ¿Cómo que no?
- Venga, voy otra vez.
La pareja que se encuentra en la cafetería los mira divertidos. Estos enamorados...
Paula moja por tercera vez el churro y esta vez si lo coloca justo delante de la boca del chico, inclinándose sobre él.
- ¡Muerde!
Ángel le hace caso y da un mordisco.
- ¡Muy bien cariño!- vitorea Paula, que definitivamente, no puede parar de reír.
A continuación, le quita la venda a el, que se encuentra a su chica justo delante sin los ojos tapados.
- Pero tú... ¡me has hecho trampas!
- Sí. Pero... tú te llevas el premio.
La joven acerca su rostro al de él y lo besa en los labios. Beso de chocolate.
El no protesta y responde al beso de su chica.
Dulce desayuno.
Segundos más tarde, Paula coge su silla y se sienta a su lado. Con la servilleta que no se ha manchado, limpia la cara de el mientras no puede parar de reír ante las quejas de éste.
- Eres una tramposa. No voy a jugar contigo a nada más.
- Ya lo veremos.
Bromistas y alegres pelean con la servilleta.
En la radio, en esos momentos, comienza una canción muy conocida por los dos.
- ¡Escucha! ¡Es el tema de Katia! ¡Me encanta esta canción!
- Es cierto, no la había reconocido – miente el, algo más serio.
- ¡Qué bonita es!
- Sí. No está mal.
La joven continúa arreglando el desaguisado que ha hecho en el rostro de el chico .
- ¿La has vuelto a ver?
La pregunta coge desprevenido a el.
- ¿A quién?
- Pues a quien va a ser. A Katia.
el duda que contestar. No puede contarle nada. Si además, antes no lo hizo... ahora sería mucho peor.
- No. No la he vuelto a ver.
- Ah, qué pena. Bueno, si la vuelves a ver pídele un autógrafo para mí.
el traga saliva.
- ¿Tanto te gusta?
- Muchísimo y además... me recuerda a ti.
Uff.. Lo que le faltaba por oír. Se siente muy culpable.
- Bueno... veremos que...
Pero Paula interrumpe a su chico, alarmada al darse cuenta de la hora que es.
- ¡Dios! ¡Es tardísimo! Mis padres tienen que estar apunto de despertarse. ¡Corramos!
¿Es posible que tomar chocolate con churros se convierta en un encuentro romántico?
Sí. Al menos, para Paula y Angel.
Sentados en una cafetería, uno frente al otro, la pareja desayuna, con la música de la radio de fondo. Suena “Volveré junto a ti” de Laura Pausini. Después de mil achuchones y besos en el parque de los cien escalones, están hambrientos.
- Vamos a jugar a una cosa – dice la chica, muy feliz.
- ¿Quieres jugar más? ¿Aquí delante de todos? – bromea el.
- No seas tonto. Ya has tenido tu ración por hoy. Por lo menos, por esta mañana.
- Qué dura eres – protesta-. ¿A qué quieres jugar?
Paula sonríe. Sólo imaginar lo que le va a decir, hace que le dé la risa por dentro. Pero debe contenerse.
- Tú de pequeño, ¿no hiciste nunca una fiesta de chocolate con churros?
EL joven piensa concienzudamente...
- No. me parece...
- Te estás haciendo mayor, cariño. Ni siquiera recuerdas tu infancia.
- Que no. Ya te digo que no me suena eso del chocolate con churros en una fiesta – señala, fingiendo que se indigna.
- Vale. Te explico. Consiste en que con los ojos vendados uno le de al otro de comer. Mojas el churro en el chocolate y me lo das. Y luego yo a ti.
- ¿Estás bromeando, verdad?
- No, no. Es enserio. Te lo juro.
Paula cruza los dedos corazón e índice de su mano derecha y se los besa.
- ¿Me estás diciendo que nos vamos a vendar los ojos y nos vamos a dar de comer los churros mojados en el chocolate, aquí delante de todo el mundo?
- Sí eso es.
La sonrisa de Paula le ocupa toda la cara.
el no sabe si su chica está hablando en broma o lo dice de verdad. Sí, parece que va enserio.
- Estás loca.
- ¿No te atreves? – pregunta desafiante.
- Pues...
- Cobarde.
El empieza a tomarse aquella afrenta como algo personal. ¿Qué no se atreve?
- Vale, vamos a jugar.
- ¡Muy bien! ¡Valiente! ¡Así me gusta! – exclama la chica, aplaudiendo.
- ¿Y quién gana?
- El que se manche menos la cara.
el no tiene muy claro las reglas del juego y el vencedor del mismo. Pero, le ha llamado cobarde. Y eso él no lo puede consentir.
- Bien. Pero, ¿Con que nos vendamos?
- Espera.
Paula se levanta y se dirige a la barra de la cafetería. Dialoga con un camarero y pocos instantes después éste vuelve con cuatro servilletas de tela. Luego regresa a la mesa, sin poder parar de sonreír.
- Toma. Dos para ti y dos para mí. Una para que te la pongas en los ojos y otra para que te cubras y no te manches la ropa.
El chico coge las dos servilletas que Paula le da. Mira hacia un lado y otro. Sólo hay un par de ancianos y una pareja en toda la cafetería. Pero, ¡Qué vergüenza! Aunque él no se va a echar para atrás.
- Venga, juguemos.
- Vale. Pero sin trampas, eh. No vale mirar. Que te conozco.
¿Cómo puede decirle eso? Él jamás hace trampas.
- ¡Por supuesto que sin trampas! ¡Por quién me tomas!
Paula suelta una pequeña carcajada sabiendo que ha herido el orgullo de su chico a propósito. A continuación, coge una de las servilletas y se la anuda en el cuello de la camiseta para no manchársela. el la imita. Acto seguido, se tapa los ojos con la otra servilleta, atándosela por detrás de la cabeza.
- Comprueba que no veo nada – le dice a el.
El chico la obedece y hace varios gestos delante de ella para asegurarse. Efectivamente, parece que no ve nada.
- Muy bien. Ahora yo.
- Vale. Como comprenderás, yo no podré comprobar si me haces trampa o no. Pero confío en ti.
el resopla y tras observar que nadie le mira, se pone la servilleta en los ojos en forma de venda.
- Ya está. No veo nada.
Y es cierto. No ve absolutamente, nada. No le gusta ganar haciendo trampas.
- Perfecto. Confío en ti, eh – dice la chica, que en esos momentos, lentamente, se quita la servilleta de los ojos-. Empieza tú..
Paula apenas puede contener una enorme carcajada al ver haberle muy serio buscando el churro para mojarlo en el chocolate. Sin embargo, logra reprimirse para continuar con el juego.
El chico, por fin, atrapa el churro. Lo moja en la taza y con torpeza, busca la boca de ella.
- Vamos, estoy preparada. ¿A qué esperas?
el se inclina hacia delante con el brazo estirado. Las gotas de chocolate caen sobre la mesa. Paula esquiva el churro. El chico lo intenta por la derecha, ella mueve su cara hacia la izquierda. Y al contrario.
- Pero, ¿dónde estás? – pregunta, desesperado después de varios intentos fallidos.
- ¡Pues aquí! ¿Dónde voy a estar? Que mala puntería tienes, cariño.
La chica no puede evitar ahora la carcajada ente el malestar del chico, que sin embargo, sigue insistiendo.
Benevolente, al final, Paula se deja rozar con el churro empapado de chocolate y permite mancharse un poco la cara.
Su chico sonríe, pero ella no le deja mucho margen y muerde el churro.
- ¡Bien! – grita, mientras lo mastica.-. ¡Por fin has encontrado mi boca!
- Uff. Parecía que habías desaparecido. Pero creo que no te he manchado mucho, ¿no?
- Luego lo vemos. Ahora me toca a mí.
Paula se tiene que poner las dos manos en la cara para soportar la risa. Apenas puede respirar. El enfrente abre la boca esperando que la chica le dé su desayuno. Ésta moja un churro todo lo que puede y lo dirige al rostro de el.
El primer impacto en la frente. Paula restriega todo el chocolate por la frente del joven.
- ¿Pero qué haces? ¡Mi boca está más abajo! – exclama el.
- Perdona, ¿Más abajo?
La chica vuelve a mojar el churro y tras pasarlo por los labios de Ángel, evitando que éste llegue a morderlo, extiende todo el chocolate por su barbilla y pómulos.
- ¡Paula! ¡Me estás poniendo perdido!
el no sabe si reír o llorar. Tiene la cara cubierta completamente de chocolate.
- ¡Perdona! ¡Si es que no lo coges!
- ¿Cómo que no?
- Venga, voy otra vez.
La pareja que se encuentra en la cafetería los mira divertidos. Estos enamorados...
Paula moja por tercera vez el churro y esta vez si lo coloca justo delante de la boca del chico, inclinándose sobre él.
- ¡Muerde!
Ángel le hace caso y da un mordisco.
- ¡Muy bien cariño!- vitorea Paula, que definitivamente, no puede parar de reír.
A continuación, le quita la venda a el, que se encuentra a su chica justo delante sin los ojos tapados.
- Pero tú... ¡me has hecho trampas!
- Sí. Pero... tú te llevas el premio.
La joven acerca su rostro al de él y lo besa en los labios. Beso de chocolate.
El no protesta y responde al beso de su chica.
Dulce desayuno.
Segundos más tarde, Paula coge su silla y se sienta a su lado. Con la servilleta que no se ha manchado, limpia la cara de el mientras no puede parar de reír ante las quejas de éste.
- Eres una tramposa. No voy a jugar contigo a nada más.
- Ya lo veremos.
Bromistas y alegres pelean con la servilleta.
En la radio, en esos momentos, comienza una canción muy conocida por los dos.
- ¡Escucha! ¡Es el tema de Katia! ¡Me encanta esta canción!
- Es cierto, no la había reconocido – miente el, algo más serio.
- ¡Qué bonita es!
- Sí. No está mal.
La joven continúa arreglando el desaguisado que ha hecho en el rostro de el chico .
- ¿La has vuelto a ver?
La pregunta coge desprevenido a el.
- ¿A quién?
- Pues a quien va a ser. A Katia.
el duda que contestar. No puede contarle nada. Si además, antes no lo hizo... ahora sería mucho peor.
- No. No la he vuelto a ver.
- Ah, qué pena. Bueno, si la vuelves a ver pídele un autógrafo para mí.
el traga saliva.
- ¿Tanto te gusta?
- Muchísimo y además... me recuerda a ti.
Uff.. Lo que le faltaba por oír. Se siente muy culpable.
- Bueno... veremos que...
Pero Paula interrumpe a su chico, alarmada al darse cuenta de la hora que es.
- ¡Dios! ¡Es tardísimo! Mis padres tienen que estar apunto de despertarse. ¡Corramos!
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